Paz Mental


Nada más revelador y temeroso que entrar a las cavernas y cuevas de tu ser para explorarte y tratar de entenderte. Conocerte a tí mismo no siempre implica quererte a tí mismo. Sin embargo, conocerte a tí mismo conllevaría a que desafíes el actual orden de las cosas para plantearlas en la manera que más se ajuste a tu gusto, a tu ideal.
Yo tengo un ideal de persona y de hombre que quiero conquistar antes de cierta edad o de establecer otras cosas, como el matrimonio, por ejemplo. No quisiera casarme siendo la persona que soy hoy.

Si bien es cierto que parezco ser alguien que se quiere y alaba mucho, he llegado a la conclusión de que no me gusto. Me quiero, y me quiero mucho... sé el valor que tengo como persona, pero entré a lo más profundo de mi ser y pude ver la mancha apestosa que yace en las paredes y en la superficie. Es salvable, aún no es una causa perdida, pero debo actuar de inmediato si quiero salvarla y ni siquiera sé cómo o dónde empezar.
No me gusto... he descubierto la facilidad que tengo para decir mentiras, y para manipular la verdad, incluso la que es evidente, a mi favor para jugar con la mente de las personas e inducir sus pensamientos. Tengo una lucha en mi ser, tengo dos personas atrapadas en mí queriendo tomar control de la situación para responder ante la situación. Uno quiere reventar el mundo a patadas, no tomar riesgos, no confiar en nadie, no creer... jugar, no tomar nada en serio... divertirse y este se deleita viviendo en dichas cavernas. Tuve que llegar a ellas para conocerlo.
El otro lucha con este constantemente... no quiere responder con violencia, y se esmera por entender a las personas. Quiere perdonar, quiere entender, quiere dejar ir todo aquello y todos aquellos que quieren marcharse, mientras que el otro quiere retenerlos solo para vengar su amargura.

Así que siempre que se me presenta una situación, me paro en una imprecisión sobre como reaccionar ante la situación... y vivo una emotividad muy voluble, muy inestable. Termino haciendo algo con lo que no me siento muy a gusto, y diciendo cosas que aunque me dan esa sensación de satisfacción de haber dicho lo que tenía que decir, me deja con el sin sabor de haber lastimado a otros lo cual me sugiere que dejé tomar el control a quién no debía.

¡Estoy perdido!

La única diferencia es que esta semana lo he sentido mucho más agudamente... no logro mantener la paz mental, no logro encontrar el equilibrio en esta batalla que vivo librando... ya no me encuentro yo mismo en mí.
Sin embargo, aprendí algo más...

Cuando era niño, fui con mi familia a un río con una cascada. Para resumir la historia, me tiré de la cima de cascada y cuando caí dentro del pozo al final de la misma, me entretuve con la sensación del agua que caía sobre mi cabeza, que sin darme cuenta me atrapó un remolino de esos que se forma con la corriente y con la roca.
Todo se puso oscuro y no pude ver más la luz del sol. En ese momento recordé que a pocos metros de dónde yo estaba el río se hace muy superficial, así que me quedé tranquilo flotando esperando que la corriente que me succionó me sacara nuevamente.

Evidentemente no me ahogué, pero tampoco funcionó mi plan como lo esperaba. La verdad es que mi papá me sacó del agua agarrándome del pelo. Pero el haberme quedado tranquilo y no haber luchado contra la corriente, me ahorro tiempo y energía que de seguro habría resultado en tragar agua y probablemente un final diferente.

Mi punto es que, aunque tengo una tormenta dentro de mí... por ahora solo debo mantener la calma, y quedarme flotando en medio de todo esto que detesto de mí, aceptar que esto ya hace parte de mí, pero no lo hará siempre y cuando esto termine, porque terminará, el que odio, y todo lo que odio quedará ahogado en el pozo.


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