"No quiero ser yo, aunque me gusta ser quien soy"
Soy un hombre, soy un ser, soy una energía densa. Soy luz y soy oscuridad. Soy un cúmulo de pensamientos nobles que se desvanecen como la niebla de la mañana cuando aparece el sol de la ira y el descontrol. Soy perdón, soy una dádiva generosa, soy venganza y soy destrucción... soy el acto desmedido de la impaciencia. Soy el sueño, soy la meta, soy la frustración del camino, del cansancio y la tentanción a renunciar... soy cuadriculado y por ello no puedo renunciar.
Me materialicé en esta masa compleja de pensamientos, sentimientos, razón, reacción, pasividad y acción.
Soy una incoherencia, un chiste de los númenes del universo que me hicieron con un propósito para sentirme especial y único... como el resto de los demás. Me declaro libre y deseo estar fuera del radar de la vida, salir de la matrix y crear mi propias reglas pero soy, entre otras cosas, anarquista.
No obstante, me he hecho preso de mi propio credo y de los puntos que he comprado como ciertos, aunque no lo sean; ya no sé liberarme de ellos. Por eso, aunque me declaro libre, dentro me siento preso. Y sé que lo soy... soy preso del dinero, preso del deseo de la carne, preso de la nublez de la mente, preso de la rutina del trabajo... preso de mi mismo... y no importa que tan ferozmente luche un hombre, si finalmente ve su causa perdida, el calor del alma se reduce a la sombra de los grilletes. Luego recupero mi libertad y mi mente divaga conmigo mientras confundo el sonido de las cadenas con el de los relinchos de caballos, y así vivo un "loop" que en algún momento tendrá que terminar al tiro de una moneda. Tal vez por eso me gusta fumar... sé que me mata poco a poco, todos lo dicen, pero es mi elección y eso me hace sentir libre y en control aunque esté a larga, cediendo el control, pero no lo cederé (es la mentira que me digo).
Digo que creo en "Dios" pero quiero creer en "Tunkashila" y en "Wakah Tankah". Quiero ser tradicional para honrar a aquellos que dejaron su reflejo sobre mi rostro, pero ya conocí a "Jesús" y ya le dije que le amo. No lo amo como "Él" seguro quisiera, pero como lo amo, no me deja amar mis raíces sin sentir culpa o cuestionarme si esto es dar un paso hacia atrás. De hecho, debido a "Él" cualquier decisión me convierte en una pieza de un juego de ajedrez en el que solo se amenaza mi reina, y en el juego, yo soy esa reina.
También soy humanista... creo en el desarrollo de la mente humana, y creo que el ser humano es primitivamente hermoso, aunque lo odio por lo que se ha convertido, amo lo que logra al explorar dentro de su ser. El arte en las letras, la música, la pintura... la proyección de su interpretación del universo y de sí mismo dentro de ese universo. Me gusta un cigarrillo, una taza de café y un libro inspirador. Me gusta una guitarra clásica sin voz... me gusta una guitarra acústica tocando folk. Me motiva el piano con su poder y su agudez. Me gusta la dramaturgia y el profesionalismo... me gustan estas cosas que ennoblecen el alma y que provienen de lo mejor del misterio en cada ser humano. No obstante, sé que no vaciliaría en partir los dedos del pianista... lanzar las guitarras fuera de mi ventana en una rabieta, y quemar los libros en la chiminea que mi esposa me hizo comprar. Y como si fuera poco, dentro de mi hay una voz que argumenta conmigo en que es capaz de extinguirle la chispa a cualquiera que irrumpa mi paz.
Si algo sé que soy es un incoherencia, un chiste de los númenes del universo que me hicieron con un propósito para sentirme especial y único... como el resto de los demás... y a diferencia de muchos de ese resto, aun no logro decidir si me gusto o no, porque aunque no quiero ser yo, me gusta ser quien soy.
Somos sin quererlo, y aunque creemos elegir heredamos los deseos, solo nos queda vibrar con lo que nos hace olvidar que somos polvo superfluo como el viento. Att: La que escribe poesía erótica para olvidar y poder vivir.
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